Los servicios de emergencia de los estados de Nueva Gales del Sur y Victoria (Australia) recibieron durante la noche de ayer decenas de llamadas de personas que habían visto una gran bola de fuego atravesar a toda velocidad el cielo nocturno hasta acabar estrellándose en el océano.
Algunos de los testimonios sostenían alarmados que era un avión en llamas que se había estrellado; otros indicaban que podía tratarse de un asteroide; hubo quien incluso apuntó que eran los restos de un meteorito que se habían incendiado al entrar en contacto con la atmósfera.
El inusual suceso centró de inmediato la atención de las redes sociales, los diarios digitales y los informativos de televisión, donde se vertieron todo tipo de comentarios y teorías acerca de cuál era el origen de ese objeto brillante que había aparecido por el sudoeste y se había desplazado en dirección noreste.
Finalmente, el misterio ha sido resuelto hace unas horas por los astrónomos del Observatorio de Sidney, que tras analizar los vídeos y las pruebas aportadas, han concluido que la bola de fuego era un cohete del satélite meteorológico Meteor-M que Rusia puso en órbita el 8 de julio.
COHETE DEL SATÉLITE METEOR-M | JONATHAN MCDOWELL
La fotografía superior muestra las considerables proporciones del cohete en cuestión. Un tamaño que no impidió que se incendiara al entrar en contacto con la atmósfera e, instantes después, acabara finalmente desintegrándose con gran estruendo.