Una de las características de las Google Glass que más ha promocionado la empresa californiana ha sido la posibilidad que ofrecen a sus portadores de grabar cuanto acontece a su alrededor mediante un comando de voz. Aunque se han distribuido muy pocas unidades entre el público, la simple existencia de esta opción ha generado polémica por la problemática en torno a la privacidad que se podría derivar de un incorrecto uso de las mismas.
Sin ir más lejos, el propietario de una cadena de cines estadounidense ha anunciado que, a partir de ahora, el personal de sus salas no permitirá que ningún espectador lleve puestas estas gafas cuando dé inicio una película. El motivo que esgrime es el mismo por el que tampoco autoriza la entrada de cámaras de vídeo: porque pueden utilizarse para grabar los estrenos y, por tanto, cabe la posibilidad de que haya gente que se sirva de la tecnología que incorporan para piratearlos.
No es la primera ocasión en que un hipotético mal empleo las Google Glass trae polémica. En el mes de enero, un tipo con problemas de visión que había adquirido estas gafas y posteriomente había cambiado los cristales que traían de serie por otros graduados para poderlas utilizar de manera habitual, se vio envuelto involuntariamente en un lío monumental.
El motivo fue que se las llevó al cine y, a mitad de película, unos agentes del FBI a los que habían avisado los guardias de seguridad de la sala de proyección pensando que estaba grabando la película, lo hicieron levantar a la fuerza de su butaca, lo llevaron afuera y lo estuvieron interrogando durante horas. El entuerto no se solucionó hasta que a uno de ellos se le ocurrió inspeccionar los contenidos que había almacenados en la memoria de las gafas y comprobó que no había grabado nada.