Los instantes iniciales de Stringer, con soldados y tanques apareciendo en pantalla mientras caminamos por una base militar situada en un paraje desértico de Afganistán, bien podrían formar parte de Call of Duty o Battlefield. El paisaje inhóspito por el que nos movemos y el ambiente bélico nos invitan a pensar que estamos ante un videojuego de guerra más.
Nada más lejos de la realidad. Stringer es un título poco o nada convencional, puesto que el protagonista no es un soldado que debe internarse por las líneas enemigas y matar a cuantos oponentes se cruzan en su camino hasta completar la misión que se le ha asignado, sino un simple periodista cuyas únicas armas son una videocámara y un botiquín de primeros auxilios.
Desarrollado para el Oculus Rift, su objetivo es enseñar a los corresponsales que cubren conflictos bélicos normas básicas de supervivencia. Su creador es Ben Sainsbury, un antiguo soldado que más tarde se convirtió en reportero y que decidió impulsar este proyecto cuando leyó la historia de un periodista que fue enviado a cubrir un conflicto armado y murió porque no había recibido entrenamiento previo alguno acerca de cómo realizar un vendaje o de qué hacer en caso de encontrarse en una situación de peligro.
En Stringer el jugador debe grabar con una cámara de vídeo los acontecimientos que suceden en la zona en la que se está desarrollando el combate y, a medida que se van sucediendo las pantallas, recibe instrucciones sobre cómo hacer torniquetes para parar hemorragias, vendajes o utilizar gasas de manera adecuada.
El desarrollo de Stringer se encuentra en este momento parado por problemas de financiación, aunque Sainsbury confía encontrar nuevos inversores que le ayuden a crear un videojuego que permita salvar las vidas de los profesionales que se desplazan a regiones en conflicto para informarnos de cuanto allí acontece.