Contemplar una fría mañana de invierno, mientras te tomas los cereales, cómo una enorme mamá alce, acompañada de sus 2 retoños, se pasea tranquilamente por el patio de tu casa en busca de frutos con los que alimentar a su prole debe ser una experiencia digna de ser vivida.
Casi tanto como tener la fortuna de capturar con tu cámara de fotos unos minutos más tarde el preciso instante en que el animal, al atravesar la calle que hay al lado de la ventana en la que te encuentras, realiza un impresionante salto para evitar ser atropellado por un coche que circulaba por la vía.
Y eso, precisamente eso, es lo que le ha sucedido esta semana a Tove Sjöholm, un adolescente de 16 años que reside junto a su familia en el pequeño pueblo de Rolfstorp, situado en el suroeste de Suecia. La imagen que ha tenido la suerte de echar es de esas que se consiguen una vez en la vida.