Los discos duros tradicionales hace años que dejaron paso a las unidades SSD en la mayoría de ordenadores destinados al mercado doméstico, pero siguen estando muy presentes en los servidores y en los centros de procesamiento de datos debido a la gran capacidad de almacenamiento que ofrecen y a su bajo coste.
El director de desarrollo del área de discos duros de Toshiba, Rainer Kaese, ha explicado que eso no va a cambiar en mucho tiempo. En su opinión, estos dispositivos van a seguir siendo mucho más baratos que los SSD y eso va a hacer de ellos herramientas muy útiles en situaciones en las que se precise almacenar grandes volúmenes de datos y en las que la velocidad de acceso a los mismos no sea la máxima prioridad.
En esos escenarios, su principal desventaja respecto a los SSD va a ser el consumo de energía, pero Kaese confía que sus ingenieros desarrollarán modelos más eficientes que cumplirán con unos requisitos energéticos que son inasumibles con la tecnología actual.
A día de hoy ya se comercializan discos de en torno a 30 TB y Kaese asegura que esas cifras van a seguir aumentando paulatinamente al tiempo que se mantiene la diferencia de coste por unidad de almacenamiento respecto a los SSD.
La postura del directivo de Toshiba no es compartida por otras figuras de la industria. Es el caso, por ejemplo, de Shawn Rosemarin, vicepresidente de Pure Storage, una compañía que ofrece servicios de almacenamiento en la nube basados en la tecnología flash y que, desde hace tiempo, viene sosteniendo que los discos duros tradicionales van a desaparecer de los servidores en sólo unos años.
Tan seguro está de su posicionamiento que incluso ha marcado una fecha para su extinción: 2028. Para entonces, asegura, las unidades SSD no sólo aventajarán en rendimiento a los discos duros, como ya sucede ahora, sino que la diferencia de consumo y el alto coste de la electricidad hará que también sean más atractivas para las empresas desde un punto de vista económico.