A lo largo de los últimos meses he dedicado diversos artículos a reflejar la magnificencia y el colorido de las auroras polares mediante fotografías y vídeos que recogían el momento en que se producían estos fenómenos. Tanto los unos como los otros tenían, empero, un nexo en común: mostraban las auroras tal y como las observan los habitantes de las latitudes más altas del planeta desde tierra firme.
Pero, ¿qué aspecto tienen desde el espacio? ¿Son realmente tan grandiosas como las percibimos o, por contra, su tamaño relativo a la Tierra las hace prácticamente inapreciables para los satélites artificiales que nos orbitan?
Dichas cuestiones se ven respondidas en la siguiente animación, creada por la NASA, a partir de los datos aportados por el satélite IMAGE desde su órbita a 1.000 kilómetros de altitud. En la misma, la agencia espacial estadounidense expone las dimensiones que alcanzó una aurora austral sobre la Antártida 8 días después de que una erupción solar récord liberara una cascada enorme de partículas de alta energía el 20 de enero del 2005:
Como puedes apreciar, el tamaño de las auroras, en determinados casos, es colosal