Desde hace más de una década, discográficas, estudios de cine, cadenas de televisión y editoriales hacen uso del DRM (acrónimo de Digital rights management o Gestión digital de derechos) para limitar el uso que los consumidores podemos hacer de las películas, canciones, series o libros que compramos, ya sea en tiendas tradicionales o bien a través de Internet.
Sostienen que el uso de estas tecnologías es necesario para luchar contra la piratería en forma de descargas no autorizadas de contenidos sujetos a derechos de autor y maximizar de esta manera los ingresos que consiguen con los materiales audiovisuales que generan, pero el paso de los años está poniendo de manifiesto la más que cuestionable eficacia de estos métodos y los indiscutibles perjuicios que causan a los consumidores.
Para poner de manifiesto el despropósito que supone la utilización indiscriminada del DRM, unos estudiantes del ECAL, un centro de artes plásticas situado en la localidad suiza de Renens, han diseñado una silla controlada por un arduino que dispone de un sensor que detecta el número de veces que alguien se sienta sobre su base.
Siguiendo la estela marcada por la industria del entretenimiento pero llevando la estratagema que hace años que aplican hasta el absurdo, lo han programado para que cuando la silla sea utilizada en 8 ocasiones se inicie un proceso de audestrucción en el que se queman las juntas que conectan las distintas partes de la misma para que nadie más la pueda emplear.
En el siguiente vídeo se puede contemplar el proceso y qué es lo que acontece cuando se llegan a los 8 usos: