A principios de la década de 1960, el gobierno estadounidense puso en marcha un ambicioso proyecto encaminado a desarrollar una tecnología que permitiera sacar provecho de las enormes explosiones que generan las armas nucleares para facilitar así la construcción de obras civiles de gran envergadura. Al plan se le conoció con el nombre de Operación Plowshare.
Durante unos años, creyeron que podrían utilizar bombas atómicas para ampliar el Canal de Panamá, abrir caminos en zonas montañosas con el objeto de construir carreteras, interconectar acuíferos cercanos o incluso crear cuevas subterráneas en las que almacenar agua, gas natural o petróleo.
Una de las primeras propuestas que se puso encima de la mesa fue la creación de un puerto artificial en el Cabo Thompson (Alaska) mediante el uso de varias bombas de hidrógeno. El Proyecto Chariot, que es como bautizaron al plan, fue finalmente cancelado debido a las quejas de la población autóctona, temerosa ante las consecuencias que podía tener sobre sus vidas una explosión atómica, y a que implicaba un enorme gasto en una infraestructura de dudosa rentabilidad económica.
Años después, las miras se pusieron en el Yucca Flat, un enclavamiento desértico situado en el condado de Nye (Nevada) que desde 1951 venía utilizando el Departamento de Energía estadounidense para llevar a cabo pruebas nucleares, y finalmente el 6 de julio de 1962 se hizo explosionar allí una bomba de 104 kilotones. Fue el conocido como test Sedan.
La deflagración desplazó más de 12 millones de toneladas de tierra, oscureció el cielo en un radio de 8 kilómetros, generó ondas sísmicas equivalentes a un terremoto de 4,75 grados en la escala Richter y creó un cráter de 390 metros de anchura y 98 de profundidad, el mayor que ha provocado jamás una explosión nuclear.
Sus consecuencias, además, fueron funestas dado que la lluvia radiactiva afectó a más ciudadanos que ninguna otra prueba realizada en suelo estadounidense. En Iowa, Nebraska, Dakota del Sur e Illinois se detectaron días después niveles de contaminación peligrosos. En total, se calcula que más de 13 millones de ciudadanos de Estados Unidos, casi el 7% de su población por aquél entonces, se vieron expuestos a los peligros de la radiación nuclear.
Casi medio siglo después, el cráter Sedan es visitado anualmente por 10.000 visitantes y, como curiosidad, cabe destacar que fue utilizado por los astronautas del Apolo 14 antes de partir a la Luna. La desolación que lo rodea hizo de él un lugar idóneo para simular parcialmente las condiciones que se encontrarían al llegar al satélite.