Estas últimas semanas, gracias a la amabilidad de la agencia de comunicación Grey, he tenido la oportunidad de probar concienzudamente el Samsung Galaxy Nexus, la tercera generación de la familia de smartphones que Google desarrolla cada año con la intención de ofrecer una experiencia Android auténtica, libre de las personalizaciones y añadidos a los que tan habituados nos tienen las operadoras de telefonía en la práctica totalidad de los terminales que comercializan.
Diseño
Fabricado en colaboración con Samsung y sucesor del Nexus One y del Nexus S, he de decir que es un móvil que atrae las miradas de quienes lo contemplan por primera vez como no me había encontrado con ningún otro hasta ahora. En los días que lo he llevado encima, me ha llamado la atención que incluso los camareros de la cafetería a la que suelo acudir se han interesado en varias ocasiones por el mismo al verlo entre mis manos.
Sus considerables proporciones, la enorme pantalla que incorpora y sus formas ligeramente curvas contribuyen a que no pase desapercibido. Si colocamos un Samsung Galaxy Nexus, un Samsung Galaxy S II y un iPhone 4S uno al lado del otro sobre una mesa vemos que el primero es ligeramente más largo y ancho que su primo surcoreano pero bastante mayor que el smartphone de Apple.
Pese a su tamaño, los ingenieros de Google han conseguido contener su peso y hacer que sea sólo unos gramos más pesado que el Galaxy S II y, conviene señalarlo, algo más ligero que un iPhone 4S. Eso y su diseño muy fino contribuyen a que sea muy cómodo de transportar en el bolsillo, más incluso que otros móviles más pequeños, y a que prácticamente no notes que lo llevas encima.
Hardware
Por lo que hace referencia a sus características técnicas, incorpora un procesador OMAP 4460 de doble núcleo desarrollado por Texas Instruments que funciona a 1,2 GHz, 1GB de RAM, una GPU PowerVR SGX540 de 307 MHz, una cámara de 5 megapíxeles con autofoco, otra en la cara frontal de 1,3 megapíxeles, cuenta con giroscopio, A-GPS, barómetro, brújula digital, sensor de proximidad, Bluetooth, Wi-Fi e incluye la tecnología Near field communication (NFC), que permite el intercambio de datos entre dispositivos que se encuentran separados por menos de 10 centímetros.
En la parte inferior dispone de un conector micro-USB y un jack 3.5 y el conjunto se complementa con 2 botones en los laterales, uno para subir y bajar el volumen y otro para encender y apagar el aparato. Extrañamente, no incorpora una ranura para tarjetas de memoria. La pantalla, una HD Super AMOLED de 4,65 pulgadas, presenta una resolución de 1280×720, tiene un ratio de contraste de 100.000:1, puede mostrar 16 millones de colores y dispone de una densidad de píxeles de 316, claramente por encima de los 218 ppi del Galaxy S II y muy cerca de los 326 ppi del iPhone 4S.
Es, sin lugar a dudas, el aspecto más destacado del Galaxy Nexus. He de reconocer que me ha dejado impresionado, no sólo por sus enormes dimensiones, sino también por la excepcional calidad de imagen que proporciona. Los colores son intensos, los negros marcados y los ángulos de visión superan con creces a los de la mayoría de smartphones del mercado, por lo que visionar vídeos, fotografías o, simplemente, navegar por Internet se convierte en una auténtica gozada.
Software
El funcionamiento general es magnífico. Las aplicaciones que he probado, que van desde el gestor de correos hasta Google Maps, pasando por Twitter, Facebook, WhatsApp, el pronóstico del tiempo, Angry Birds, Google+ o WordReference se ejecutan sin ralentizaciones y las transiciones de una a otra son fluidas, mejor que en otros smartphones impulsados por Android que he podido probar. Ello se debe en buena medida a que el Galaxy Nexus, como ya sucediera en su momento con el Nexus S y el Nexus One, estrena una nueva versión del sistema operativo para dispositivos móviles de Google.
Concretamente, incorpora Android 4.0 Ice Cream Sandwich, que introduce una larga lista de novedades respecto a la rama 2.3 Gingerbread, entre las que destacan una importante mejora en el rendimiento, la presencia de botones virtuales en la interfaz de usuario, aceleración por hardware, una multitarea perfeccionada, un lavado de cara sustancial del corrector de texto, la presencia de widgets en una pestaña separada, permite realizar una captura de pantalla apretando los botones de bajar volumen y el de encendido, las carpetas se pueden crear arrastrando y soltando y da la posibilidad de acceder a las aplicaciones directamente desde la pantalla de bloqueo.
Cámara
¿Os gusta mi perrita? 🙂
La cámara es, con diferencia, el aspecto más flojo del Galaxy Nexus. Hablemos sin ambajes: no está a la altura de un terminal por lo demás magnífico como éste. No es que sea una mala cámara, es que da la sensación de ser de una generación anterior, y lo que me resulta más intrigante es que Google tenía opciones de sobras entre las que elegir. Sin ir más lejos, el Samsung Galaxy S II incorpora una de 8 megapíxeles con un comportamiento claramente superior. Ni hablemos ya del iPhone 4S. De ahí que sea difícil de explicar que el que está llamado a ser, al menos hasta la llegada del Galaxy S III, el buque insignia de Android tenga una cámara similar a la de modelos de gama media.
El rango dinámico del sensor es bastante limitado, lo que conlleva que cuando las condiciones de visibilidad no son las óptimas, ya sea por exceso de luz o por falta de la misma, se produzca una pérdida considerable de detalles. Sólo cuando tomamos fotografías de día y en el exterior la calidad de las mismas está acorde con el smartphone que manejamos. Como detalles positivos, conviene destacar que se pueden grabar vídeos en 1080p, que tenemos la opción de añadir efectos, algunos bastante curiosos, y que el disparador es extremadamente rápido, lo que permite, llegado el caso, realizar varias fotografías por segundo sin problemas.
Batería
Antes de tenerlo entre mis manos, debo reconocer que uno de los aspectos que más dudas me generaba del Galaxy Nexus era la duración de la batería. Su inmensa pantalla me hacía prever que debería estar recargándolo continuamente. Estaba equivocado. Con sus 1.750 mAh, la batería ofrece un rendimiento excelente, muy superior al que creía de antemano.
Sometiéndolo a un uso intensivo, visionando un buen número de vídeos, accediendo al GPS, navegando de manera generosa por Internet, echando unas partiditas al Angry Birds, descargando programas del Android Market, realizando fotografías y con las aplicaciones de Twitter y Facebook siempre de fondo, la batería se puede estirar hasta casi un par de días. Si nos limitamos a realizar y recibir llamadas, enviar unos cuantos mensajes y consultar ocasionalmente nuestra cuenta de Twitter o Facebook, la duración puede irse a los 4 días. Unas marcas excelentes para un smartphone con unas características tan singulares como éste.
Conclusiones
En los últimos meses había leído, casi por inercia, infinidad de artículos en medios muy diversos sobre el Samsung Galaxy Nexus, y la práctica totalidad coincidían en alabarlo, así que cuando me llegó la unidad de prueba sentía una enorme curiosidad por comprobar de primera mano si dichos elogios eran realmente merecidos o si, por contra, pecaban de cierta exageración.
Ahora, tras haberlo probado a conciencia durante varias semanas, no puedo más que atestiguar que nos encontramos ante un smartphone fantástico. La pantalla es magnífica, la batería tiene un rendimiento más que positivo y Ice Cream Sandwich es un sistema operativo intuitivo, muy fácil de manejar y que funciona a las mil maravillas, incluso para quienes no hayan utilizado nunca antes un terminal impulsado por Android.
No es, empero, un móvil perfecto. Como ya he apuntado más arriba, la cuestionable calidad de la cámara y la ausencia de una ranura para tarjetas microSD son puntos negativos que, en función del uso que cada cual tenga pensado darle a este dispositivo pueden decantar la decisión de compra hacia un lado u otro, pero que en cualquier caso no desmerecen un producto por lo demás redondo. ¿Que si es el mejor smartphone del mercado? Eso probablemente sea cuestión de gustos, pero lo que sí puedo afirmar con rotundidad es que es el mejor que ha pasado nunca por mis manos.