Las multimillonarias ventas que están registrando smartphones y tablets no están beneficiando únicamente a las multinacionales que los comercializan, sino también a los fabricantes que les suministran componentes básicos como las pantallas, memorias y, obviamente, chips basados en la arquitectura ARM.
Si nos centramos en este último capítulo, vemos cómo los grandes triunfadores de la irrupción masiva de teléfonos inteligentes y tabletas están siendo Qualcomm y Samsung, hasta el punto de que en el último año ambos han visto cómo el volumen de negocio ligado a la venta de sus familias de SoC ha crecido una vez más a un ritmo endiablado.
Concretamente, Qualcomm ha aumentado sus ingresos un 28% hasta los 5.322 millones de dólares, mientras que Samsung lo ha hecho un increíble 78% hasta los 4.664 millones de dólares. Con estos números, se han situado en la segunda y tercera posición respectivamente en el ránking de los fabricantes de procesadores, sólo superadas por Intel, que con 36.892 millones de dólares sigue ocupando una cómoda primera plaza.
Mucho se está hablando de las dificultades que Intel está teniendo para poner en el mercado una alternativa capaz de competir en consumo con los chips ARM, pero por el camino nos olvidamos en demasiadas ocasiones de remarcar el profundo pozo en el que está cayendo AMD.
Una empresa que durante más de una década se había mantenido cómodamente asentada como la única alternativa a Intel pero que de un tiempo a esta parte no para de perder cuota de mercado al ritmo que sus ingresos disminuyen. Este año, sin ir más lejos, su cifra de negocio ha bajado un 21% hasta los 3.605 millones de dólares, lo que le ha valido verse superada en este capítulo por las referidas Qualcomm y Samsung.