Con el lanzamiento de la PlayStation 4 y la Xbox One ha vuelto a cobrar vida un viejo debate que resurge cada vez que aparece una nueva consola en el mercado: el referente a su precio. ¿Son excesivos los 400 euros que cuesta la PS4 o los 500 euros por los que sale la XBOne? O al contrario, ¿son cantidades razonables teniendo en cuenta la tecnología que incorporan y el importe comparativamente más alto que tienen otros gadgets como los smartphones de gama alta, que superan holgadamente los 600 euros?
La respuesta a esta pregunta diferirá probablemente en función de la perspectiva personal de cada cual y de la afición que se tenga -o no- a los videojuegos, pero si echamos la vista atrás en el tiempo y comparamos el costo de las consolas actuales con el del resto de modelos que han aparecido en los últimos 36 años vemos que estos se han mantenido relativamente estables a lo largo de los años. La siguiente imagen lo expone perfectamente:
En la misma se puede observar el precio original y el ajustado a la inflación que han tenido todas las consolas de sobremesa desde 1977 hasta ahora, comenzando por la Atari 2600 y acabando, cómo no, con la Wii U, la PlayStation 4 y la Xbox One.
Teniendo en cuenta la inflación, la consola más cara en el momento de su lanzamiento fue, cómo no, la Neo Geo, seguida muy de cerca por la fallida 3DO. También es destacable la cuantía históricamente muy ajustada a la que Nintendo ha comercializado la mayoría de sus consolas, situándolas claramente por debajo del precio de sus competidores.
En cualquier caso, parece que la horquilla de precio de venta al público se ha situado regularmente, salvo algunas excepciones, entre los 300 euros (o dólares) de los modelos más económicos y los 500 de los más caros, un patrón que en la nueva generación de consolas se ha vuelto a repetir.