El éxito arrollador de audiencia y de crítica de Juego de Tronos ha popularizado hasta extremos insospechados no sólo a los personajes más carismáticos de la serie como Tyrion Linnaster, Joffrey Baratheon, Daenerys Targaryen, Arya Stark, Tywin Lannister o Jon Nieve, sino también a otros que en circunstancias diferentes habrían pasado probablemente desapercibidos.
Es el caso de Hodor, el gigante bonachón que en la cuarta temporada acompaña a Bran Stark y a Jojen y Meera Reed más allá del Muro y que sólo sabe pronunciar su propio nombre. Tal es la notoriedad que está cosechando que incluso se han creado apps para smartphones y tablets que sólo permiten teclear la palabra Hodor.
Dada la fama que ha alcanzado, he escuchado incluso a gente por la calle conversando acerca de si cabe la posibilidad de que exista alguien con una patología que sólo le permita decir un único vocablo. La cuestión es: ¿realmente es posible un caso así o estamos simplemente ante un comportamiento que George R. R. Martin (el autor de esta saga) inventó para este personaje en concreto?
Bueno, pues lo cierto es que sí que existe base científica para lo que le sucede a Hodor. En su concepción, Martin se inspiró en un paciente francés que vivió a mediados del siglo XIX y que padecía un transtorno neurológico que provocaba que sólo pudiese pronunciar una palabra: Tan.
Tras su muerte, el doctor Paul Pierre Broca le realizó una autopsia y halló que padecía una lesión en la circunvolución frontal inferior del hemisferio izquierdo del cerebro. Esta zona está relacionada con la producción del habla y actualmente es conocida precisamente como el Área de Broca en homenaje a quien la descubrió.
Las personas que como el gigante de Juego de Tronos tienen afectada esta parte del cerebro padecen una condición conocida con el nombre de Afasia de Broca. En muchas ocasiones tienen afectadas además otras zonas del cerebro, por lo que cabe la posibilidad de que Hodor pueda padecer alguna otra minusvalía además de la relacionada con su deficiencia en el habla.
Ello es, en cualquier caso, difícil de discernir debido a los pocos datos que se proporcionan acerca de su comportamiento durante el transcurso de la trama. Lo único que se sabe a ciencia cierta es que responde con relativa prontitud a las órdenes y a las solicitudes que se le realizan, lo que denota cierto grado de entendimiento. ¿Hasta qué punto? Eso sólo lo sabe George R. R. Martin