La Agencia Internacional de la Energía ha anunciado que, por primera vez en las últimas cuatro décadas, las emisiones de gases de efecto invernadero no han aumentado en el último año a pesar de que la economía mundial ha crecido un 3%.
Se trata de una excelente noticia a nivel medioambiental ya que hasta ahora se creía que la mejora de la economía en las sociedades industrializadas siempre ocasionaba una mayor demanda de energía que, a su vez, provocaba un incremento de gases contaminantes liberados a la atmósfera.
De ahí que únicamente en los momentos de crisis se observase una disminución de las emisiones de CO2. ¿Qué ha cambiado entonces en el último año para que se haya producido un hecho tan trascendental? ¿Por qué se ha desligado el crecimiento económico del aumento en la demanda de energía?
De acuerdo a las conclusiones que ha publicado este organismo, una serie de factores han entrado en juego. Por una parte, ha sido clave la apuesta por las energías renovables, no sólo en regiones de la OCDE, sino también en gigantes como China, que en el 2014 ha sido el país que más energía eólica y fotovoltaica ha producido a escala mundial.
También ha sido muy importante la progresiva mejora en la eficiencia energética de los hogares, en los que cada vez se utilizan más bombillas y electrodomésticos de bajo consumo. Un tercer factor a tener en cuenta han sido los coches de nueva generación, que resultan menos contaminantes que los vehículos de décadas pasadas y liberan menos gases nocivos a la atmósfera.
Estos resultados, sostiene el economista jefe de la Agencia Internacional de la Energía Fatih Birol, ofrecen la esperanza de que la humanidad será capaz de compaginar un crecimiento económico sostenido con el respecto al medio ambiente.
No será fácil empero, ya que las observaciones realizadas por agencias científicas como la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos han puesto de manifiesto que en los últimos años se han alcanzado concentraciones récord de dióxido de carbono en la atmósfera que han contribuido al calentamiento global y a que las temperaturas se hayan disparado.
De hecho, el Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS), una entidad dependiente la NASA que realiza un seguimiento del clima en la Tierra, ha determinado que los diez años más calurosos desde que existen registros se han producido desde 1998 hasta ahora.
FOTOGRAFÍA: GRETAR IVARSSON