En los 9 primeros meses de este 2012 que apura sus últimos coletazos, Nokia ha perdido 2.702 millones de euros, un agujero descomunal que aumentará aún más si cabe cuando se conozcan los resultados del último trimestre del año y que pone de manifiesto la delicadísima situación financiera por la que atraviesa el que hasta hace no tanto fue el primer fabricante mundial de teléfonos móviles.
El pésimo balance de resultados de la empresa nórdica ha obligado a sus dirigentes a tomar una decisión drástica: vender el edificio de 48.000 m2 en el que desde 1997 se ubican sus cuarteles generales para obtener liquidez. Diseñado por el arquitecto Pekka Helin, el inmueble se halla en la ciudad finlandesa de Espoo y en la operación Nokia ha obtenido unos ingresos de 170 millones de euros.
A pesar de la venta, la multinacional nórdica podrá seguir utilizando dichas instalaciones ya que ha llegado a un acuerdo con su nueva propietaria, la empresa Exilion, para que les ofrezca un arrendamiento de larga duración a cambio de ir abonando un alquiler cuya cuantía no se ha especificado.
Sea como fuere, que un gigante como Nokia no tenga más remedio que deshacerse de un activo de tanta importancia y cargado de simbolismo como su sede central para conseguir dinero fresco da buena muestra del terrible momento por el que pasa. Y por si eso fuera poco, las previsiones no son nada halagüeñas para el año próximo dado que Windows Phone, el sistema operativo que impulsa los smartphones de la compañía, no está consiguiendo captar el interés de los consumidores a pesar de sus virtudes y sigue sucumbiendo ante el poder hegemónico de Android y iOS.