Microsoft y Sony se caracterizan por comercializar sus nuevas consolas a un precio inferior al de fabricación, en una estrategia con la que buscan poner en el mercado productos tecnológicamente punteros, que ofrezcan prestaciones en el momento de su lanzamiento superiores a las de los PCs y smartphones, que no se queden desfasados en poco tiempo y todo ello por una cantidad economíca «asequible».
Nintendo, en cambio, tradicionalmente ha optado por un camino distinto y, hasta la fecha, siempre había ganado dinero desde el primer momento con cada unidad que vendía. El razonamiento que empleaban sus directivos cuando se les cuestionaba al respecto era claro: a diferencia de nuestros competidores, que son grandes multinacionales con intereses en campos muy diversos, nosotros nos dedicamos únicamente a los videojuegos; si a Microsoft le va mal con la Xbox 360, lo puede compensar con las ventas de licencias de Office o de Windows; en el caso de Sony tiene la posibilidad de hacer lo propio gracias a los ingresos procedentes de sus discográficas, de su división de ordenadores o de la telefonía móvil; nosotros, por contra, si perdemos dinero con nuestras consolas y no vendemos los suficientes videojuegos, nos vamos a pique.
Pero esta forma de actuar ha saltado por los aires con la llegada de la portátil 3DS. Y es que Nintendo ha confirmado que desde el verano pasado está vendiéndola por debajo de lo que les cuesta fabricarla y que éste es uno de los motivos principales que les ha conducido a presentar unos resultados económicos dantescos en el último trimestre.
Las decepcionantes ventas que cosechó esta consola durante sus primeros meses de vida, especialmente en Japón, obligaron a la cúpula directiva de Nintendo a anunciar en julio pasado a bombo y platillo una reducción radical de su precio, que pasó de los 250 euros inciales a poco más de 150 euros.
Esta rebaja, unida a la aparición de títulos largamente esperados como Mario Kart 7, Super Mario 3D Land o Monster Hunter Tri G supusieron un renacer comercial para la consola, hasta el punto de que en la segunda mitad del 2011 y en lo que llevamos de 2012 ha superado los ya de por sí fantásticos ritmos de ventas que cosecharon años atrás GameBoy Advance, Nintendo DS y Wii.
Nintendo ha aseverado, eso sí, que a mediados de este año fiscal, que comenzó el 1 de abril, espera revertir la situación y dejar de perder dinero con cada 3DS que pone en circulación. Esta mejora en los márgenes de comercialización, unida a la llegada de la controvertida Wii U, suponen las grandes esperanzas de futuro para una compañía que en el último año ha pasado de ganar dinero a espuertas a sufrir las mayores pérdidas de su centenaria historia.