Microsoft ha confirmado hace unos minutos que ha cerrado la compra de Activision Blizzard. El escogido para dar a conocer la noticia ha sido Phil Spencer, CEO de la división de videojuegos del gigante estadounidense, quien ha aprovechado la ocasión para dar la bienvenida a sus empleados a la familia Xbox.
El anuncio se ha producido apenas unas horas después de que la autoridad de la competencia del Reino Unido haya aprobado la operación. El sí del regulador británico se ha sumado a los que Microsoft obtuvo meses atrás de la Unión Europea y Estados Unidos, y ha permitido que se haya podido llevar a cabo esta adquisición, la mayor que se ha dado jamás en la industria de los videojuegos.
La compra de Activision Blizzard va a significar un antes y un después en el sector del entretenimiento. Franquicias gigantescas como Call of Duty, Tony Hawk, Overwatch, StarCraft, Crash Bandicoot, Warcraft o Candy Crush Saga son desde hoy propiedad de Microsoft.
Si a éstas le sumamos The Elder Scrolls, Fallout, Diablo o Starfield, que consiguió cuando compró Bethesda, y las que ya poseía como Minecraft, Halo, Forza, Sea of Thieves o Flight Simulator, nos encontramos con que Xbox va a tener a su disposición un catálogo de títulos fabuloso, a la altura de los de PlayStation y Nintendo.
Activision Blizzard explicó a principios de semana, a sabiendas de que era sólo cuestión de días que la compra se cerrase de manera oficial, que a lo largo del año que viene llevará sus sagas más conocidas a Game Pass, una plataforma que va a multiplicar su atractivo de cara a los consumidores.
Y es que, a no demasiado tardar, sus abonados van a poder jugar desde el día mismo de su lanzamiento a todos y cada uno de los juegos desarrollados por los estudios internos de Microsoft. Falta por ver si, una vez todos esos títulos se añadan a Game Pass, la compañía estadounidense mantiene el precio de este servicio o si, por contra, añade algún plan premium adicional con contenidos exclusivos. Veremos lo que sucede.