Meta, la empresa propietaria de Facebook, WhatsApp e Instagram, tiene previsto anunciar una nueva ronda de despidos la próxima semana que va a afectar a miles de empleados. Esta medida se suma a la que tomó en noviembre, cuando dejó de contar con los servicios de más de 11.000 trabajadores.
Ambas decisiones se producen como respuesta a los decepcionantes resultados económicos que está registrando, con unos beneficios en caída libre que sólo en el último trimestre descendieron más de un 50% respecto al mismo periodo del año anterior.
Fuentes internas de la multinacional californiana han revelado que los directores de departamento han recibido instrucciones para elaborar listas con los miembros de sus equipos a quienes consideran prescindibles, para de esta manera agilizar los trámites y hacer efectivos los ceses lo antes posible.
Los despidos masivos del mes de noviembre fueron recibidos con sorpresa al ser la primera vez que la compañía optaba por una resolución de tales características. En esta ocasión, en cambio, la plantilla ya preveía que algo similar iba a suceder, especialmente después de que Mark Zuckerberg calificara a 2023 como el «año de la eficiencia». Además, últimamente se han producido diversas filtraciones que apuntaban a que era sólo cuestión de tiempo antes de que desde los órganos directivos se emprendiese una nueva ola de destituciones.
Por inhumano que a muchos nos pueda parecer, los despidos de noviembre fueron recibidos con los brazos abiertos por los inversores, hasta el punto de que las acciones de Meta comenzaron una escalada que todavía continúa. Algo especialmente reseñable después de que hubieran caído en picado durante más de un año, un periodo en el que su capitalización bursátil se dividió por tres.
Es muy posible que una reacción similar vuelva a suceder esta semana cuando se haga pública la reestructuración de la plantilla y en el inevitable comunicado se apunte al ahorro a medio y largo plazo que ello va a comportar. Un dinero de más que quizá utilicen para seguir financiando la ruinosa apuesta que han realizado por el metaverso, un mundo virtual al que se accede a través de cascos de realidad virtual y que, hasta la fecha, está siendo un fracaso absoluto.
Tanto, que en los dos últimos años ha generado unas pérdidas que superan los 20.000 millones de dólares. Algo que no parece que vaya a hacer cambiar de opinión a los ejecutivos de la compañía, que en una reunión con los empleados de su división de realidad virtual, expusieron la semana pasada que en los próximos cinco años quieren poner a disposición de los consumidores tres nuevas versiones del Meta Quest, unas gafas de realidad aumentada y un reloj inteligente.
FOTOGRAFÍA: BRETT JORDAN