Mañana, 30 de junio, se producirá una circunstancia curiosa que a buen seguro pasará desapercibida para la práctica totalidad de la población pero que no deja de ser llamativa por su excepcionalidad: el día no durará 86.400 segundos como el resto de jornadas del año, sino 86.401 segundos. Es decir, un segundo extra.
¿Cómo es eso posible? La explicación se encuentra en que, contrariamente a la creencia popular, la duración media de un día no es de exactamente 86.400 segundos (resultado de multiplicar 24 horas x 60 minutos x 60 segundos), sino de 86.400,002 segundos.
Ese es el tiempo promedio que tarda la Tierra en rotar sobre sí misma, aunque hay jornadas que, de manera impredecible, tarda unos milisegundos más o menos en función de variaciones atmosféricas, en los océanos o en la capa de hielo de los polos.
En cualquier caso, como decía antes, los científicos estiman que, de media, los días duran 86.400,002 segundos. Ello provoca que, cada cierto tiempo, deban sumar un segundo más a algún día para cuadrar los tiempos humanos con los del planeta en el que vivimos.
Normalmente, suelen añadir el segundo extra el 30 de junio o el 31 de diciembre. En esta ocasión, la jornada escogida ha sido la primera. Conviene señalar que será la cuarta vez que se suma un segundo a un día del calendario desde el año 2000.
FOTOGRAFÍA: TORSTEN BOLTEN