La Isla Seal, un pequeño trozo de tierra yerma de 800 metros de largo por 50 de ancho situado a 5,7 Km de las costas de False Bay (Sudáfrica) que en su punto más elevado sobresale apenas 6 metros sobre el nivel del mar, es escenario todos los veranos de uno de los espectáculos más sobrecogedores del reino animal: el vuelo sin motor de centenares de tiburones blancos en busca de los osos marinos que allí se reúnen para criar.
Recogido en innumerables documentales de naturaleza, las pautas que siguen los tiburones blancos del Cabo para cazar difieren de las habituales en su especie. Una vez localizan a sus presas desde las profundidades, comienzan una rápida ascensión y se lanzan con una enorme virulencia sobre los osos marinos, realizando saltos de hasta 3 metros de altura con los que emergen por completo y permiten a los privilegiados observadores que allí se encuentran observar sus enormes cuerpos fuera del líquido elemento.
Las observaciones han permitido determinar que la mayoría de los ataques se producen sobre osos marinos jóvenes, más inexpertos y por tanto más fáciles de cazar que los adultos. Por otra parte, los tiburones blancos suelen optar por ejemplares que nadan en solitario o en grupos pequeños, al ser estos más vulnerables debido a que no pueden vigilar la totalidad del entorno que les rodea en busca de posibles predadores.
Otro comportamiento que se ha registrado es que los ataques se suelen producir sobre osos marinos que vuelven a la Isla Seal después de cazar, una estrategia que en la práctica les asegura mayores opciones de éxito al estar sus presas más cansadas. Aún así, se calcula que sólo en el 50% de los intentos consiguen atrapar a una presa.