La justicia británica ha advertido a 5 operadoras de telecomunicaciones que deben facilitar los datos de 33 de sus usuarios a la Industria Discográfica Británica (BPI), organización que les acusa de haber compartido más de 72.000 canciones a través de las redes de pares. La decisión llega como resultado de la ofensiva que el sector musical del Reino Unido ha iniciado contra las descargas ilegales mediante programas P2P.
Con estos son ya 90 los internautas que han sido denunciados por la BPI. Todos ellos deberán abonar importantes cantidades a las discográficas en concepto de compensación por los daños sufridos por éstas, además de pagar también los gastos que ha tenido esta entidad para perseguirlos. Las ISPs tienen a partir de ahora 2 semanas para identificar a estas personas y dar sus nombres y direcciones a la BPI.
Al respecto, Geoff Taylor, abogado de la acusación, ha realizado unas duras manifestaciones en las que ha recordado que «esta decisión de la justicia servirá para recordar a todo los usuarios británicos de programas de pares que no son anónimos. Estas 33 personas deberán abonar ahora miles de libras en compensación. Continuamos recogiendo evidencias cada día contra aquellos que continúan compartiendo música ilegalmente, a pesar de todas las advertencias que les hemos dado. Si deseas evitar el riesgo de verte abocado a una acción judicial en tu contra, debes dejar de compartir música y comprarla legalmente».
Estas declaraciones llegan después que la BPI haya presentado un informe en el que advierte de los -supuestos- daños que las redes de pares están suponiendo para la industria discográfica británica. En 2 años, y siempre según la versión de esta organización, el uso de los programas P2P para compartir música ha tenido como consecuencia que los ciudadanos del Reino Unido hayan gastado 654 millones de libras (unos 1.000 millones de euros) menos de lo normal en comprar música grabada en CDs o DVDs.
Este estudio refleja que los internautas británicos con edades comprendidas entre los 12 y los 74 años bajan regularmente música a través de Internet, y la mayoría de las ocasiones lo hacen ilegalmente mediante programas de pares.
Es en este punto donde más críticas reciben en todos los países las diferentes asociaciones de autor y discográficas, puesto que no aportan pruebas entorno a cómo diferencian las descargas legales de las ilegales.