Denostada por unos y apreciada por otros, la industria del juego ha encontrado en Internet un filón gigantesco a explotar, una vía rápida, cómoda y directa de llegar a millones de potenciales clientes deseosos de probar suerte tentando a la diosa fortuna con la esperanza, normalmente infructuosa, de ganar dinero fácil.
Conviene señalar, eso sí, que no está siendo un camino de rosas para la mayoría de empresas del sector. Los evidentes riesgos que este tipo de pasatiempos pueden suponer para determinados públicos está llevando a numerosos países a imponer normativas que regulan de manera muy estricta e, incluso, prohíben en algunos casos estas prácticas.
Unas trabas que, empero, no están frenando la expansión de los cada vez más numerosos sitios que ofrecen a sus visitantes la posibilidad de jugar al poker online, apostar los resultados que se darán en todo tipo de deportes o echar unas partidas al bingo, el blackjack o la ruleta.
No se conoce con exactitud el dinero que mueve la industria del juego online, pero se estima que en la actualidad los ingresos rondan los 15.000 millones de euros anuales a nivel mundial. Una cantidad que no para de crecer y que, de hecho, multiplica por 25 a la que generaba el sector hace 15 años.
Es evidente pues que estamos ante un mercado en expansión que crece sin parar desde hace más de una década y cuyo tope no se atisba en el horizonte cercano, de ahí que haya gobiernos de todo tipo y color decididos a enfrascarse en enconadas batallas para convencer a estas empresas para que asienten sus gigantescos complejos de ocio en sus respectivos territorios, confiados en que las inversiones que atraerán servirán para revitalizar las economías locales.