A mediados de 2012, cuando Oculus presentó sus primeros prototipos de gafas de realidad virtual, muchos pensaban que este tipo de productos se iba a convertir en uno de los más exitosos de la industria tecnológica en sólo unos años.
Pero hete aquí que, más de una década después, las ventas de este tipo de dispositivos siguen sin arrancar. Muchos son los factores que contribuyen a ello, como el hecho de que las limitaciones tecnológicas actuales hacen que sean voluminosos, pesados e incómodos de llevar más allá de unos minutos.
Tampoco ayuda que los precios sean todavía elevados, que muchos de los cascos necesiten estar conectados en todo momento a un PC o a una consola externa y que aquellos que no lo precisan ofrezcan unas prestaciones limitadas.
Sea por una cosa u otra, lo cierto es que este sector se encuentra muy lejos de lo que se esperaba. Por si eso fuera poco, un estudio presentado esta semana pone de manifiesto que el gasto de los consumidores en contenidos de realidad virtual, lejos de aumentar, ha disminuido un 10% en 2023 respecto al año pasado.
Ello se ha visto acompañado de una caída del 24% en las ventas de los cascos de realidad virtual. Algo especialmente preocupante habida cuenta de que durante el transcurso de este ejercicio se han lanzado el Meta Quest 3 y el PlayStation VR 2:
En el informe se cita como principales causas detrás de estos resultados tan negativos al alto coste y a la poca variedad de apps y videojuegos creadas específicamente para sacar partido de las características de estos dispositivos.
Además, las perspectivas para el año que viene no son precisamente halagüeñas. El estreno de la Nintendo Switch 2, unido a la aparición de productos como el Steam Deck o el Asus Rog Ally, puede hacer, según algunos analistas, que la popularidad de las gafas de realidad virtual disminuya aún más si cabe.
Con unas ventas totales de 23,6 millones de unidades, de las que 7,7 millones se produjeron en 2023, el futuro a corto plazo no es esperanzador para el sector. Especialmente si tenemos en cuenta que compañías como Meta están disminuyendo la cuantía de sus inversiones en este tipo de productos y están centrando sus esfuerzos en el desarrollo de la inteligencia artificial.