La era de las unidades de disco duro para uso doméstico está llegando a su fin. Buena muestra de ello es que sus ventas globales han disminuido un 42,5% en el transcurso este año, una caída espectacular que se suma a las que ha experimentado a lo largo del último quinquenio y que deja a las claras que sus mejores días son cosa del pasado.
Todos los grandes fabricantes de discos duros han registrado resultados negativos en el último ejercicio, empezando por Seagate, el mayor de todos, que ha visto cómo sus ventas se desplomaban un 43,7%. Western Digital, ha seguido una tendencia similar y se ha dejado un 43%, mientras que Toshiba ha caído un 39,3% interanual.
En los últimos doce meses se han vendido 35,2 millones de discos duros, la mayoría destinados a entornos empresariales que precisan de dispositivos capaces de almacenar gran cantidad de información a precios económicos y para quienes la velocidad de acceso a estos datos tiene una importancia relativa.
Unas necesidades que contrastan con la de los usuarios particulares, que hace tiempo que dejaron de lado los discos duros tradicionales y optaron por las unidades SSD. Tanto es así que se estima que el 92% de los ordenadores portátiles que se vendieron en 2022 incluían un SSD, un porcentaje que este año se espera que crezca hasta el 96%.