Entre el 30 de abril y el 1 de mayo del año 1006, astrónomos de regiones tan distantes como China, Japón, Egipto o Suiza descubrieron lo que por aquel entonces creyeron que era una nueva estrella que había aparecido en el firmamento. Permaneció en el cielo durante un periodo aproximado de tres meses, siendo cada vez menos brillante hasta que finalmente desapareció.
Lo que no sabían los observadores de aquella época era que lo que estaban observando no era un nuevo astro, sino una supernova en la constelación de Lupus, a unos 6.500 años luz de distancia. Los científicos creen que se originó debido a la fusión entre dos enanas blancas de un sistema binario o a que una enana blanca recibió suficiente masa de su estrella acompañante como para superar el límite de Chandrasekhar.
Cuando eso sucedió, fusionó de manera instantánea su núcleo y generó una explosión termonuclear gigantesca. El material fue eyectado a 32 millones de kilómetros por hora y dio lugar a ondas de choque que aceleraron las partículas a energías extremadamente altas.
La supernova SN 1006 es el fenómeno estelar que ha alcanzado una mayor magnitud visual del que se tenga constancia. Pudo ser observada a simple vista incluso durante el día y se estima que, en su punto álgido, llegó a ser entre 2,5 y 3 veces mayor que Venus en el firmamento.
La imagen superior fue tomada en el año 2008 por el telescopio espacial de rayos X Chandra y muestra los restos de la supernova SN 1006, más de 1000 años después de su explosión cataclísmica. Tiene un diámetro de más de 6 años luz y las regiones con gases que se encuentran a millones de grados aparecen representadas en colores rojos y verdes, mientras que los electrones de alta energía adoptan diversas tonalidades de azul.