El año pasado, aproximadamente por estas mismas fechas, la cantante pop finlandesa Chisu lanzó con notable éxito su tercer álbum de estudio, titulado Kun Valaistun, que debutó en el número uno de las listas del país nórdico. Unos días más tarde, una niña de sólo 9 años encendió su ordenador portátil de Winnie the Pooh, e introdujo el nombre de su artista favorita en Google.
Tras una pequeña búsqueda acabó en The Pirate Bay, desde donde se bajó el disco que acababa de salir a la venta. La mala suerte quiso que la asociación antipiratería TTVK, algo así como la SGAE de Finlandia, siguiera el rastro de su descarga y, finalmente, localizara la dirección desde la que esta malvada delincuente, capaz de las más despiadadas atrocidades, había llevado a cabo tal acción.
Tiempo más tarde, se pusieron en contacto con los padres de la pequeña y, con un estilo que recuerda al de las organizaciones mafiosas, les propusieron olvidarse del tema si accedían a pagar una suma de 600 euros y a firmar, acto seguido, un documento de confidencialidad por el que se comprometían a no revelar el acuerdo alcanzado. Sus progenitores se negaron a ello, y esta semana, para su desgracia, han podido comprobar en sus carnes las consecuencias de no avenirse a las condiciones estipuladas por la TTVK.
Y es que este martes, a las 8:00 de la mañana, unos policías se han presentado en la puerta de su casa y, con una orden judicial en la mano, han registrado la vivienda, se han incautado del portátil de Winnie the Pooh de su hija desde el que el año pasado se bajó la música pirata y, antes de irse, les han recordado que todo habría sido más fácil si hubieran pagado la cuantía que se les indicó.
Una vez el caso ha llegado a la prensa gracias, entre otros, a la labor ejercida por la Electronic Frontier Foundation, la propia Chisu ha emitido un comunicado a través de su página en Facebook para desmarcarse de cuanto ha acontecido y para indicar que este tipo de decisiones se llevan a cabo de manera centralizada y sin el consentimiento explícito de los artistas implicados.
¿La magnitud mediática de lo acontecido y las consecuencias tan negativas que puede tener para las ventas de discos de sus representados en Finlandia servirán para que la TTVK se eche atrás y, por una vez, devuelva el ordenador a la niña y le pida perdón a sus padres? Cualquiera sabe, pero independientemente de lo que suceda en esta ocasión, lo que debería preocuparnos a todos es el enorme poder que este tipo de asociaciones privadas está aglutinando a expensas de los derechos de los consumidores.