La sonda espacial OSIRIS-REx se aproximó a la Tierra a finales de septiembre tras completar una misión de siete años que la llevó a visitar el asteroide Bennu y recolectar porciones de regolito de su superficie. Poco después, se desprendió de su cápsula de retorno de muestras, que cayó a nuestro planeta y aterrizó en el desierto de Utah hace dos semanas.
Hoy, la NASA ha explicado que los primeros análisis realizados a los restos obtenidos del asteroide Bennu apuntan a la presencia de carbono y agua, lo que podría indicar la presencia de componentes esenciales para la vida en ese cuerpo espacial.
Bill Nelson, administrador de la NASA, ha señalado al respecto que nunca antes se habían obtenido unas muestras de un asteroide que tuvieran una concentración tan rica en carbono. Ello, ha apuntado, contribuirá a que los científicos puedan investigar los inicios de la vida en nuestro planeta.
La agencia espacial estadounidense ha indicado que se necesitará más tiempo para comprender la naturaleza de los compuestos de carbono encontrados en Bennu, pero que su estudio contribuirá a ampliar nuestro conocimiento acerca de cómo se formó el Sistema Solar y de cómo llegaron a la Tierra los materiales precursores de la vida.
En una línea similar, Dante Lauretta, investigadora principal de la misión OSIRIS-REx, ha comentado que a medida que nos asomamos a los antiguos secretos conservados en el polvo y las rocas del asteroide Bennu, vamos a su vez desvelando una cápsula del tiempo que nos desvela los orígenes de nuestro Sistema Solar.
La abundancia de material rico en carbono y la presencia de minerales arcillosos que contienen agua, ha explicado, son descubrimientos que ayudarán a la comunidad científica a comprender no sólo la composición de otros asteroides, sino también los comienzos de la vida.