Las ballenas han sido cazadas por las sociedades humanas desde hace más de 5.000 años para obtener carne, aceite, grasa, espermaceti, barbas y ámbar gris, pero no fue hasta principios del siglo XX cuando las mejoras tecnológicas, unidas a un incremento en la demanda de recursos, conformaron una industria pesquera que masacró sus poblaciones y llevó a muchas especies al borde de la extinción.
Pero a pesar de la importancia que la caza industrial de ballenas ha tenido para muchas economías y de que en las últimas décadas se han convertido en un símbolo de los movimientos conservacionistas en las sociedades occidentales, nunca hasta ahora se había llevado a cabo un estudio en profundidad que analizase cuántos ejemplares fueron capturados durante los últimos 100 años.
De ahí la importancia del informe centrado precisamente en la caza de ballenas que ha presentado la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, una agencia científica dependiente del Departamento de Comercio de Estados Unidos que estudia desde hace más de cuarenta años el estado de los océanos y de la atmósfera.
En el mismo se concluye que la industria ballenera capturó 2,9 millones de grandes cetáceos en el transcurso del último siglo. De estos, 2.053.956 fueron cazados en el Hemisferio Sur, 563.696 en el Norte del Pacífico y 276.442 en el Atlántico Norte.
En el periodo comprendido entre 1925 y 1939 fue cuando se cazaron un mayor número de ejemplares en el Hemisferio Sur, mientras que entre 1946 y 1975 fue cuando la pesca fue más intensiva a escala global.
El rorcual común, con 874.068 capturas, y el cachalote, con 761.523, han sido las especies que han sufrido una mayor sobreexplotación. Entre ambas suman más del 50% de las capturas totales que se han efectuado en el conjunto del último siglo.
Afortunadamente, la prohibición de la caza comercial de ballenas que entró en vigor en 1986 a propuesta de la Comisión Ballenera Internacional ha permitido que las poblaciones de cetáceos se recuperen, si bien en algunos casos muy lentamente.
Y es que, por ejemplo, sólo quedan 300 ejemplares con vida de la ballena franca del Atlántico Norte; apenas 10.000 ballenas boreales habitan los océanos árticos; la ballena azul, el animal más grande que ha habitado jamás la Tierra, tiene una población total de menos de 25.000 ejemplares; del rorcual común se estima que quedan entre 50.000 y 90.000.
A pesar de la gravedad de la situación, la mayor preocupación por los problemas medioambientales y el creciente énfasis que en las sociedades modernas se está dando a las políticas conservacionistas suponen un rayo de esperanza para el futuro de algunas estas especies que están al borde de la extinción.
FOTOGRAFÍA: ADMINISTRACIÓN NACIONAL OCEÁNICA Y ATMOSFÉRICA