La nave espacial Juno lleva en órbita en torno a Júpiter desde mediados de 2016 estudiando su composición, campos gravitatorio y magnético, la proporción de agua presente en su atmósfera, la distribución de su masa, su magnetosfera polar y, cómo no, sus satélites naturales.
En los siete años y medio que han transcurrido desde entonces, ha completado 56 órbitas alrededor del gigante gaseoso. La última, que ha realizado este fin de semana, ha sido especial, ya que la ha llevado a pasar más cerca que nunca de la luna Ío.
Se ha aproximado a tan solo 1.500 kilómetros de su superficie, una ocasión que la NASA ha aprovechado para tomar fotografías de la misma. Este satélite natural tiene un diámetro de 3.600 kilómetros y posee más de 400 volcanes activos, hecho que lo convierte en el objeto más activo geológicamente del sistema solar.
Está previsto que Juno vuelva a sobrevolar Ío a corta distancia el próximo 3 de febrero, circunstancia ésta que dará la oportunidad de comparar las imágenes tomadas en ambas jornadas y estudiar los cambios que se hayan podido producir en su superficie en el transcurso de un mes.
La comunidad científica espera obtener información acerca de la frecuencia con la que sus volcanes entran en erupción, las temperaturas que alcanzan y cómo cambian de forma los flujos de lava que arrojan desde sus entrañas. Así mismo, también confían que los datos aportados por Juno les ayudarán a entender cómo la lluvia de partículas de la magnetosfera de Júpiter afecta a la actividad de Ío.