Intel registra las mayores pérdidas de su historia

Intel ha dado a conocer el balance de resultados que ha obtenido en el primer trimestre del año. Un período en el que ha obtenido unos ingresos de 11.700 millones de dólares, lo que representa una caída del 36% interanual, y unas pérdidas netas de 2.800 millones de dólares.

Es el quinto trimestre consecutivo en el que sus ventas disminuyen y el segundo seguido en el que sus cuentas acaban en rojo. Por si eso fuera poco, se trata de las mayores pérdidas que ha registrado jamás, superando los 687 millones de dólares que perdió en los últimos tres meses de 2017.

El resultado es especialmente preocupante si lo comparamos con el que registró en el primer trimestre del año pasado, cuando tuvo unos ingresos de 18.400 millones de dólares y unas ganancias netas de 8.100 millones de dólares. Desde entonces, los malos resultados han llevado a que sus acciones caigan un 35%.

La división en la que se integra la fabricación de chips para ordenadores de sobremesa y portátiles, ha obtenido unos ingresos de 5.800 millones de dólares, lo que supone una caída del 38% en relación al mismo periodo del año pasado. Una situación similar a la que ha vivido el departamento encargado de los chips para servidores, que ha ingresado 3.700 millones de dólares y cuyas ventas han descendido un 39%.

Como no podía ser de otra manera, la grave crisis que arrastra el sector de la informática de consumo, cuyas ventas llevan cayendo desde hace un año, ha repercutido negativamente en las cuentas de Intel. Se estima que en el primer trimestre se vendieron un 29% de ordenadores menos que un año atrás, y eso ha provocado una reacción en cadena que ha afectado también a la producción de los componentes que forman parte de dichos equipos, desde procesadores, hasta módulos de RAM, unidades SSD o tarjetas gráficas.

El plan de Intel para dar la vuelta a la grave situación en la que se encuentra pasa, no sólo por diseñar procesadores más competitivos, sino también por desarrollar procesos de producción más avanzados y utilizarlos posteriormente en la fabricación de chips para otras compañías, algo que históricamente se había negado a hacer.

A tal efecto, su hoja de ruta recoge que las mejoras tecnológicas que está implementando en sus nodos le permitirán ser competitiva con TSMC en 2026. En caso de conseguirlo, podría optar a fabricar los chips de gigantes como Apple o Nvidia y beneficiarse de los pedidos masivos que realizan.

Pero mientras ese día no llegue, deberá conformarse con acuerdos de menor calado como el que suscribió unos meses atrás con MediaTek para producir su gama de procesadores destinados a dispositivos médicos y procesos industriales.

FOTOGRAFÍA: SLEJVEN DJURAKOVIC

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