El 5 de agosto de 2011, la NASA lanzó desde el Centro Espacial Kennedy de Florida la sonda espacial Juno con el objetivo de estudiar la atmósfera, el campo gravitatorio, el campo magnético y la magnetosfera polar de Júpiter, así como buscar indicios que ayuden a comprender el origen y la evolución de este planeta.
Tras casi cinco años de viaje espacial, la nave entró en órbita polar de Júpiter el 5 de julio de 2016 y, desde entonces, ha proporcionado información que ha permitido a los científicos realizar descubrimientos que, en ocasiones, han ido en contra de las teorías que existían previamente sobre la formación de este gigante gaseoso.
Uno de los avances más destacados está relacionado con el núcleo de este planeta. Y es que, aunque no posee una superficie rocosa como tal, la comunidad científica asumía que sí tenía un núcleo sólido formado por elementos pesados.
Esa creencia se ha demostrado incorrecta después de estudiar cómo Juno acelera y desacelera en respuesta a las variaciones del campo gravitatorio de Júpiter, lo que ha puesto de manifiesto que, aunque efectivamente posee un núcleo, éste no es compacto como se creía sino que se halla diluido en una esfera gigantesca que se extiende hasta casi la mitad del diámetro del planeta.
Pero además de los datos científicos, Juno también ha proporcionado imágenes bellísimas que muestran el aspecto exterior de Júpiter, más parecido a veces a un cuadro de Van Gogh que a un objeto astronómico. La imagen que encabeza este artículo es una de las más destacadas.
Fue tomada el 5 de julio durante la 43ª aproximación de Juno a este planeta desde una distancia de 25.100 kilómetros y, en la misma, se pueden apreciar los numerosos vórtices que hay cerca del polo norte. Estas tormentas con vientos huracanados tienen diámetros que pueden alcanzar los miles de kilómetros y alturas de más de 50 kilómetros.
Los vórtices pueden ser ciclónicos o anticiclónicos y el ejemplo más conocido es la Gran Mancha Roja. Ha existido desde hace al menos 300 años y sus dimensiones son tan gigantescas que en su interior cabrían varios planetas del tamaño de la Tierra.