Gordon Moore, una de las figuras más influyentes que ha dado la industria tecnológica, ha muerto a los 94 años. Doctor en química y física, sus inicios en el sector se remontan a 1957, cuando participó en la creación de Fairchild Semiconductor, una empresa pionera en la fabricación de transistores y de circuitos integrados.
En 1968 fundó NM Electronics junto con Robert Noyce, una compañía que más tarde cambiaría su nombre por el de Intel Corporation. Moore ejerció de vicepresidente de la misma desde su creación hasta 1975, cuando se convirtió en presidente. En 1979 fue nombrado presidente del consejo de administración, cargo que mantuvo hasta su jubilación en 1997, y CEO, donde estuvo hasta 1987.
En 1965, mientras trabajaba como director de I+D en Fairchild Semiconductor, concedió una entrevista a la revista Electronics en la que predijo que el número de transistores, resistencias, diodos y condensadores en los circuitos integrados se duplicaría cada año durante la siguiente década.
En 1975 actualizó su predicción y, basándose en los avances que se estaban produciendo por aquel entonces y en los cambios de tendencia que se entreveían de cara al futuro, pronosticó que a partir de ese momento el número de transistores en los microprocesadores se doblaría cada dos años.
Esa teoría recibió el nombre de la Ley de Moore, y su cumplimiento se ha podido constatar empíricamente durante décadas, hasta el punto de que se ha utilizado para planificar los objetivos a largo plazo en los departamentos de investigación de los gigantes de la industria de los semiconductores.
La idea de que la tecnología que impulsa a los procesadores mejora a un ritmo exponencial, miniaturizando sus componentes y haciéndolos cada vez más rápidos y baratos de producir, ha sido la fuerza motriz que ha guiado este sector durante décadas y ha allanado el camino para que los chips sean un componente esencial en millones de productos que utilizamos de manera cotidiana.