Días después de que OpenAI anunciase la llegada de GPT-4, la nueva versión de su modelo de lenguaje basado en la inteligencia artificial que impulsa a ChatGPT y al buscador Bing, Google ha dado un paso al frente y ha puesto a disposición de algunos usuarios su propio chatbot, llamado Bard.
Bard fue presentado por Google el mes pasado en el transcurso de un acto muy desafortunado en el que respondió de manera equivocada a una pregunta relativamente sencilla que se le hizo. Este error, unido a la gran impresión que había generado ChatGPT unos días antes, contribuyó a que la recepción por parte de la prensa fuera, en el mejor de los casos, gélida, cuando no muy negativa.
A raíz de las críticas recibidas, parece que Google ha decidido andarse con pies de plomo cuando ha llegado el momento de lanzar este producto y, por el momento, sólo un selecto grupo de personas van a poder probarlo y, además, de manera muy acotada, con un límite de tres preguntas por sesión.
A tal efecto, el acceso al mismo es todavía restringido, sólo se puede utilizar por invitación, únicamente responde a preguntas que se le hagan en inglés y, por el momento, sólo funciona en Estados Unidos y el Reino Unido.
Además, Google ha decidido cubrirse las espaldas y ha acompañado el estreno de Bard con un artículo en uno de sus blogs oficiales en el que lo califica de «experimento» y advierte que en ocasiones puede proporcionar información inexacta, engañosa o falsa.
La manera en que Google y Microsoft están afrontando el desembarco de la inteligencia artificial en el sector de las búsquedas es completamente opuesto. La cautela y reserva que está mostrando la primera contrasta con la apuesta sin matices de la segunda, que integró GPT-4 en Bing semanas atrás y no para de incorporar nuevas funciones.
Sin ir más lejos, la última novedad ha llegado a Bing durante el día de hoy con una herramienta denominada Image Creator, que es capaz de generar imágenes a partir de las descripciones que se le dan.
Esta disparidad se debe, por una parte, a que la tecnología que impulsa a GPT-4, y por ende a ChatGPT y al nuevo Bing, parece más avanzada que la de Bard, y a que, además, Microsoft tiene muy poco a perder en este envite. Ello es debido a que la cuota de mercado de su buscador es diminuta en comparación con la de Google, de manera que se puede permitir el lujo de asumir unos riesgos que su rival, simplemente, no puede afrontar.
FOTOGRAFÍA: ARKAN PERDANA