El 5 de septiembre de 1977, la NASA lanzó desde Cabo Cañaveral la sonda espacial Voyager 1 con el objeto de que visitara Júpiter y Saturno y proporcionara imágenes de sus lunas. Un par de semanas antes, concretamente el 20 de agosto del mismo año, había despegado la Voyager 2, de idéntico diseño, en dirección a Urano y Neptuno.
Las naves incluían en su interior sendos discos de gramófono de oro en los que se grabaron imágenes, sonidos de animales, música de diferentes épocas y culturas y saludos de amistad y bienvenida expresados en 55 idiomas.
Los contenidos fueron seleccionados por la agencia estadounidense y un grupo de expertos presidido por Carl Sagan con el punto de mira puesto en dar a conocer la existencia de vida en la Tierra a alguna forma de vida inteligente y tecnológicamente avanzada que hipotéticamente pudiese encontrarlos en un futuro. Sonaban tal que así:
Una posibilidad ésta, la de toparse con extraterrestres, francamente remota, dado que la Voyager 1 se encuentra en estos momentos a 16.976.000 millones de kilómetros del Sol. O lo que es lo mismo, a 0,002 años luz de distancia. Dado que viaja a una velocidad de 61.452 Km/h, se calcula que en unos 40.000 años pasará a aproximadamente 1,6 años luz de la estrella AC+ 79 3888 en la constelación Camelopardalis. Para entonces, creo que la mayoría pintaremos alguna que otra cana