Entre 1961 y 1984 la Unión Soviética envió a Venus una serie de sondas espaciales para analizar su atmósfera, recabar información acerca de la composición de las rocas de su superficie, mapear el planeta y realizar fotografías que mostrasen el aspecto de las zonas de aterrizaje.
Este programa recibió el nombre de Venera (Venus en ruso). Trece de las naves enviadas transmitieron información desde la atmósfera de Venus y diez consiguieron aterrizar y enviar datos desde su superficie.
Las sondas del programa Venera fueron los primeros artefactos creados por el ser humano que consiguieron entrar en la atmósfera de otro planeta (1967), que aterrizaron de manera exitosa en Venus (1970), que enviaron imágenes de su superficie (1975) y que realizaron mapeados en alta resolución de regiones del mismo (1983).
Dadas las condiciones extremas que se dan en Venus, las naves espaciales sólo sobrevivieron entre 23 minutos y 2 horas en su superficie, pero ello no impidió que tomaran imágenes fantásticas como las que puedes ver en este artículo, en las que se aprecia el aspecto que tiene Venus.
Por cierto, y a modo de curiosidad: el trozo de metal con forma de semicírculo que se ve en la segunda fotografía es una parte de la tapa que cubría la cámara que incorporaba la sonda. Su misión era proteger la lente durante el descenso y saltar en cuanto se produjese el aterrizaje para permitir que la cámara realizase algunas fotografías antes de que las altísimas temperaturas y presiones atmósfericas que se dan en Venus la destruyesen unos minutos más tarde.