En el noreste de Irán, en la provincia de Azerbaiyán Oriental y a los pies del volcán Sahand, se encuentra un poblado singular llamado Kandovan que llama poderosamente la atención de los visitantes que se adentran en sus intrincadas y empinadas calles por el tipo de construcciones que lo conforman.
El motivo principal se encuentra en sus antiquísimas viviendas, que presentan un aspecto muy similar al que tenían hace más de 700 años, cuando los habitantes que por aquel entonces poblaban esta región les dieron forma escarbando en la roca volcánica de la ladera en que se hallan.
Lógicamente, en los siglos que han transcurrido desde entonces sus pobladores han ido incorporando rudimentarias puertas de madera y ventanales, así como grandes alfombras y cojines que les hacen la vida más placentera, pero la estructura exterior sigue siendo prácticamente la misma que tenían en el momento en que fueron moldeadas.
Las formas tan llamativas que presentan estas moradas han convertido a la aldea en un destino turístico, de manera que en sus aledaños se han instalado hoteles y restaurantes que dan servicio a la creciente demanda extranjera que se siente atraída por el encanto que desprenden sus centenarios muros.