El virus del ébola se ha convertido desgraciadamente en noticia en los últimos meses debido a la epidemia que ha afectado a países del África Occidental como Liberia, Sierra Leona, Nigeria, Senegal y Malí y que incluso ha llegado a España y Estados Unidos, dejando más de 5.000 muertos en el camino.
Pero el ébola no sólo está afectando al ser humano, sino también a otras especies de animales. Es el caso de los gorilas y los chimpancés, cuyas poblaciones se están viendo diezmadas desde hace años de manera drástica por este terrible virus, que tiene en estas especies una incidencia incluso mayor que en las personas.
Las estimaciones actuales indican que el 95% de los gorilas que contraen el ébola acaban pereciendo, mientras que en los chimpancés la cifra se sitúa en torno al 77%. A nivel comparativo, aproximadamente el 50% de las personas que se contagian del ébola mueren. Como consecuencia de esta elevadísima tasa de mortandad, un tercio de las poblaciones de estos grandes primates han muerto desde 1990 en las regiones afectadas.
La destrucción de su hábitat natural y la caza furtiva han condenado a estas especies a vivir en reservas naturales aisladas, lo que incrementa las posibilidades de que un animal infectado entre en contacto con otros y expanda la enfermedad que haya contraído.
Sin ir más lejos, un brote de ébola registrado en 1995 en el Parque nacional de Minkébé, en el norte de Gabón, mató a más del 90% de los gorilas que alojaba. Otro brote de la cepa Ébola-Zaire (la más mortífera para los humanos) en la República Democrática del Congo mató a 5.000 gorilas occidentales entre los años 2002 y 2003.
Se calcula que quedan sólo 100.000 ejemplares de gorila occidental, de manera que este último brote acabó con la vida del 5% de la población de esta especie. Los expertos advierten que la situación podría ser catastrófica si el ébola llegase a los confines de las montañas Virunga o la selva de Bwindi, donde habitan los últimos gorilas de montaña, de los que se estima que únicamente quedan 880 en libertad.
FOTOGRAFÍA: FIVER LÖCKER