El telescopio espacial James Webb ha detectado nubes de silicato en un exoplaneta llamado VHS 1256 b. Las observaciones realizadas muestran que los elementos de su atmósfera se mezclan y se mueven continuamente, llevando las partes más calientes a cotas elevadas y empujando las más frías hacia abajo.
VHS 1256 b se encuentra a 40 años luz de la Tierra y orbita alrededor de dos estrellas denominadas VHS J1256–1257AB durante un periodo aproximado de 10.000 años. Está situado a una distancia mayor de ambas que Plutón del Sol, lo que posibilita que, en las observaciones que se llevan a cabo, la luz procedente del planeta no se mezcle con la de las estrellas.
Los investigadores que lo estudian han hecho uso de los espectrógrafos NIRSpec y MIRI que equipa el telescopio espacial James Webb para observar la luz que emite en el infrarrojo cercano y en el infrarrojo medio respectivamente. Los datos obtenidos han permitido identificar trazas de agua, metano, monóxido de carbono y dióxido de carbono.
Nunca antes se había detectado un número tan elevado de moléculas en un planeta situado fuera de nuestro Sistema Solar. Webb ha detectado, además, granos de silicato de dimensiones diferentes. Los más grandes tienen un tamaño similar a partículas de arena, mientras que los más pequeños se asemejan a partículas de humo.
A pesar de la enorme distancia que separa a VHS 1256 b de las estrellas que orbita, el movimiento constante de los elementos que componen sus nubes provoca que en las partes más altas de su atmósfera se formen remolinos en los que se alcanzan temperaturas de 830 °C.
VHS 1256 b es un planeta muy joven que se formó hace apenas 150 millones de años, un suspiro si lo comparamos con los 4.550 millones de años que tiene la Tierra. Conforme vaya pasando el tiempo, se irá enfriando progresivamente y sus nubes irán desapareciendo, dejando más a la vista sus capas superficiales. Un proceso que se estima que llevará, conviene remarcarlo, miles de millones de años.