Las aguas andan moviditas en Samsung. Si la semana pasada un directivo de la compañía anunció que van a reducir de manera sustancial los modelos de smartphones que comercializan debido a las pobres resultados que están cosechando algunos de ellos, ahora se ha hecho público que el Galaxy S5, el terminal estrella de la firma asiática, está obteniendo unas ventas muy por debajo de lo que se esperaba.
Las expectativas en torno a este móvil eran máximas y en Samsung confiaban que superaría los históricos registros de ventas del Galaxy S4, pero la realidad está siendo muy diferente. Según han confirmado fuentes internas del gigante asiático al Wall Street Journal, hasta el momento se han vendido doce millones de unidades del Galaxy S5, aproximadamente cuatro millones menos de las que el año pasado por estas mismas fechas había despachado su predecesor y un 40% menos de las que se preveían.
Una noticia ciertamente negativa para Samsung, que tras un quinquenio de crecimiento continuado en el que ha batido récords de ingresos año tras año está viendo en este 2014 cómo una parte de los consumidores empiezan a dar la espalda a sus productos y se decantan por los terminales de otras compañías.
El descenso en las ventas del Samsung Galaxy S5 está siendo generalizado en todos los grandes mercados a excepción de Estados Unidos, donde se han incrementado ligeramente. La trayectoria de este terminal en Europa no está siendo la esperada y en un país clave como China se han comercializado un 50% menos de unidades.
En este degoteo de malas noticias, la única novedad positiva para los intereses de Samsung que se ha hecho pública en los últimos tiempos es el acuerdo que alcanzó la semana pasada con Apple para encargarse de la fabricación a partir del año que viene de gran parte de los procesadores de la serie A que equipan los iPhone y iPad de nueva generación.
Un balón de oxígeno que no ha impedido que en los últimos días se disparen los rumores que apuntan a que podría haber una remodelación profunda en los puestos directivos de la compañía que afectaría al actual CEO de la compañía, que pagaría los platos rotos del decepcionante balance de resultados de la firma y sería reemplazado por otro ejecutivo.