El derrumbe en las ventas de ordenadores que se está viviendo en el último año no sólo está afectando a los fabricantes de estos equipos, sino también a las empresas que producen sus componentes, tales como procesadores, tarjetas gráficas, placas base, módulos de memoria RAM o unidades SSD.
Las dificultades que están teniendo para colocar sus productos en el mercado a un ritmo siquiera parecido al de años atrás se está traduciendo en un exceso de inventario en sus almacenes que no consiguen sacarse de encima. Una situación problemática que no les está dejando otra opción más que la de efectuar rebajas sustanciales de precios.
Tanto es así que, en los poco más de dos meses que llevamos de 2023, el precio de las unidades SSD ha caído entre un 15% y un 30% dependiendo del modelo y de la marca. Las bajadas son generalizadas y afectan a dispositivos con capacidades de almacenamiento, velocidades de lectura y escritura y precios muy diversos.
Los únicos que por ahora parecen escapar a esta tendencia son los modelos de gama más alta, que van dirigidos a un público con un mayor poder adquisitivo que normalmente se ve menos afectado por episodios de tensiones económicas a escala global como el que vivimos en estos momentos.
Estos descensos se unen a los que ya se produjeron durante el año pasado, en el que alcanzaron el 50% en algunos casos. Los analistas creen que la crisis que afecta al sector tecnológico podría empezar a dar signos de recuperación durante la segunda mitad de este año, pero todavía deberá transcurrir un tiempo hasta que los precios vuelvan a los niveles en los que estaban a principios de 2022.
Un escenario ideal para las personas que estén interesadas en hacerse con una unidad SSD a corto plazo pero de pesadilla para las empresas que los fabrican, puesto que van a tener que hacer frente a unos meses complicados hasta que el mercado se estabilice y recupere la normalidad.