Supongo que a estas alturas todos conoceréis al Neng, un personaje caracterizado por Eduard Soto que últimamente nos lo encontramos hasta en la sopa: tonos de móviles, muñecos, spots de Antena 3 y en general todo tipo de souvenirs.
Viene esto a colación porque una de sus frases más celebres es aquella en la que dice «soy persona», algo que, desgraciadamente, no pueden decir algunos seres ¿humanos? cuando hablan de sí mismos.
Hace un ratito me he pasado por el blog de Nacho Escolar y he dado con un artículo de Daniel Rodríguez Herrera. En ese texto, publicado hace ya un tiempo, este «señor» bendice la venta de órganos procedentes de personas sin recursos a aquellas otras a quienes sobra el dinero pero falta la humanidad.
Pero más allá de lo escrito por el tal Rodríguez Herrera, lo más desolador es que en ese hilo se han ido acumulando respuestas de jóvenes, mayoritariamente sudamericanos, con graves problemas económicos y que quieren vender sus órganos a cambio de una compensación económica que les permita salir de la realidad en que se encuentran.
Debo confesaros que la lectura de lo allí escrito me ha hecho sentir una amalgama de sentimientos contrapuestos: tristeza y profunda pena por quienes se ven en una situación tan desesperada que están dispuestos a vender sus órganos, y asco, desprecio y vergüenza hacia la ¿persona? que convierte su web en un mercadillo del horror.