El juez Del Olmo, en lo que ha sido una decisión (casi) sin precedentes desde que se instauró la democracia, ha ordenado el secuestro del último número de la revista ‘El Jueves’ por el chiste que incluye en su portada, en el que se muestra al principito y a una ex-periodista fornicando sin complejos. Además, y para rematar el embolao, la fiscalía ha pedido al magistrado que también cierre la web www.eljueves.es.
Ambas medidas, dignas de un régimen integrista cualquiera de Oriente Medio, ponen de manifiesto una vez más que la figura del rey y la monarquía por extensión son temas tabús sobre los que no se puede opinar con libertad en la España del siglo XXI. No es que lo diga yo, sino que así lo propugna el Código Penal, que en sus artículos 490.3 y 491 establece penas de hasta 2 años de prisión contra quienes osen ofender al monarca o sus familiares.
La existencia de la monarquía en pleno siglo XXI es un insulto para un país democrático. Se trata de una institución arcaica, decimonónica, clasista, vergonzante, que nos recuerda día tras día que no todos somos iguales, que hay quienes por el hecho de pertenecer a una familia en concreto tienen más derechos, privilegios y menos deberes que los demás. Es, en definitiva, profundamente antidemocrática.
Por más que políticos, medios de comunicación y jueces lleven 30 años defendiéndola a capa y espada, ocultándonos todas sus vergüenzas, deslices y meteduras de pata y vendiéndonos a sus integrantes como seres angelicales, casi divinos y carentes de defectos, la realidad es tozuda y no se puede ocultar eternamente. Quiero pensar que un día u otro la monarquía será derogada. Hasta entonces no se podrá considerar a España como un estado plenamente democrático.