Algo tan habitual como pagar las compras que realizamos con dinero en efectivo será en unos años cosa del pasado. Las ventajas que ofrecen a consumidores y comercios las tarjetas de crédito y los métodos de pago electrónicos que han puesto en marcha compañías como Apple, Samsung o Google están convirtiendo a los billetes y monedas en elementos cada vez más prescindibles en nuestro día a día.
Los terminales de punto de venta (TPV) son sistemas de pago que podemos encontrar en prácticamente cualquier establecimiento comercial, lo que nos facilita que podamos abonar nuestras compras indistintamente con dinero físico, con tarjetas o con nuestros smartphones. Pero esta convivencia entre ambos métodos de pago no va a durar demasiado tiempo, ya que un número cada vez mayor de empresas están instando a sus clientes a que efectúen sus transacciones únicamente con tarjetas de crédito, débito o dispositivos electrónicos.
Los motivos para hacerlo se fundamentan en que son formas de pago más rápidas, permiten incrementar las ventas ya que los consumidores pueden abonar cantidades elevadas utilizando sus tarjetas, contribuyen a que disminuyan los robos al no haber dinero en efectivo en las cajas de cobro y evitan problemas relacionados con el tratamiento del dinero en efectivo, como falsificaciones o cambios de moneda.
Jonah Cretser-Hartenstein, jefe de innovación digital del grupo ING Direct, ha manifestado al respecto que no es una cuestión de si este cambio llegará, sino de cuándo. En su opinión, en un futuro no demasiado lejano, la gente verá el dinero físico como un formato obsoleto y utilizará en su lugar los TPV para pagar cuanto consuman con sus tarjetas de crédito o débito, teléfonos móviles y relojes inteligentes.
Hay expertos que vaticinan que esta transición se completará en un periodo no superior a los 10 años, especialmente en aquellos países en los que las nuevas tecnologías tienen una prevalencia muy importante. En regiones menos avanzadas, la transición llevará indudablemente más tiempo. Sea como fuere, parece inevitable que a no demasiado tardar el dinero en efectivo se convertirá en un recuerdo del pasado y que todas nuestras compras las realizaremos mediante sistemas electrónicos.