El martes de la semana que viene se pondrá a la venta en todo el mundo uno de los videojuegos más esperados no sólo del año sino me atrevería a decir que de la última década, StarCraft II: Wings of Liberty. Su predecesor, lanzado el 31 de marzo de 1998, ha vendido hasta la fecha más de 11 millones de copias para PC, Mac OS y Nintendo 64 y es considerado como uno de los mejores y más influyentes títulos de estrategia en tiempo real de ciencia ficción que jamás han existido, amén de haberse convertido en poco menos que una religión en países como Corea del Sur.
Blizzard ha llevado con sumo mimo su diseño y ha cuidado los detalles al máximo a sabiendas de que está ante una franquicia especial de la que están pendientes incontables jugones de todos los rincones del planeta. A estas alturas pocos, muy pocos, dudan que SCII se va a convertir en un éxito inmediato. De hecho, todo lo que no sea vender millones y millones de copias sería una sorpresa mayúscula.
De ahí que la desarrolladora estadounidense no haya escatimado en gastos a la hora de afrontar el desarrollo de esta secuela, que según el Wall Street Journal ha contado con un astronómico presupuesto de más de 100 millones de dólares. Y cuidado, porque en esa cifra no está incluida la enorme inversión en publicidad que a buen seguro va a realizar Activision Blizzard durante las próximas semanas para dotarlo de la mayor visibilidad posible.
Pero, ¿cuánto esperan ganar con StarCraft II? Bobby Kotick, CEO de la compañía, ha declarado que la cifra que barajan en estos momentos se sitúa entre los 500 millones y 1.000 millones de dólares de beneficios netos, una cantidad similar a la que les proporcionan sus otras franquicias estrella: Call of Duty, Guitar Hero y World of Warcraft. No les va mal a esta gente, eso está claro