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El grado de mimetismo con el entorno que millones de años de evolución han proporcionado a algunas especies animales no dejará nunca de sorprenderme. Buen ejemplo de ello es la lechuza de la imagen, cuyo plumaje y colorido le permiten pasar desapercibida en su privilegiada atalaya arbórea mientras inspecciona el suelo en busca de pequeños roedores con los que alimentarse:
El camuflaje de esta otra tampoco está nada mal:
Vía | The Perfect Disguise.