El 28 de enero de 1986, a las 11:38 horas de la mañana (ET), el Transbordador Espacial Challenger despegó de su base de lanzamiento en Cabo Cañaveral. A bordo iban los astronautas Francis «Dick» Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y la profesora Christa Corrigan McAuliffe. El objetivo de la misión era poner en órbita el satélite de comunicaciones TDRS-B y la plataforma astronómica SPARTAN-Halley, que debía estudiar el cometa 1P/Halley que por aquel entonces se encontraba en el punto más cercano de su órbita alrededor del Sol.
Desgraciadamente, 73 segundos después la lanzadera se desintegró cuando se encontraba a una altura de 14.600 metros por un mal funcionamiento de las juntas tóricas, que debían asegurar la estanqueidad de los cohetes aceleradores pero que debido a las bajas temperaturas que se alcanzaron en la zona la noche anterior, no sellaron bien. Como consecuencia, durante el vuelo se produjo un escape de gas que terminó por perforar el depósito principal de combustible y provocó que éste entrara en ignición.
El despegue fue cubierto en directo por la CNN, de modo que millones de espectadores de todo el mundo contemplaron atónitos la catástrofe:
Una leyenda muy extendida indica que los astronautas murieron instantáneamente cuando se produjo la explosión. No es así. Si bien es cierto que la cabina experimentó una desaceleración brutal de unas 20 Gs (esto es, 20 veces la gravedad), ésta apenas duró unos instantes. 2 segundos después, la desaceleración era de «sólo» 4 Gs y 4 segundos más tarde prácticamente inexistente.
3 de las 4 máscaras de aire que había en la cabina se activaron tras la desintegración de los depósitos de combustible, lo que pone de manifiesto que en los momentos inmediatamente posteriores al suceso los astronautas seguían conscientes. Eso sí, dada la pérdida de presión que sufrió el compartimento en que se encontraban, se cree que en unos segundos perdieron la consciencia. Finalmente, 2 minutos y 45 segundos después, murieron al impactar la cabina contra el mar a una velocidad aproximada de 333 Km/h.
24 años después, el Challenger ha vuelto a ser noticia debido a que se ha subido a Internet el que según todos los indicios es el único vídeo del accidente grabado por un aficionado que aún se conserva. Fue filmado por Jack Moss, un optometrista jubilado, con la cámara que se acababa de comprar. En las imágenes se puede observar cómo la expectación inicial se transforma en incredulidad cuando comprueban el trágico final de la misión: