Un brote de rayos gamma procedente de una estrella que explosionó de manera extremadamente energética hace 12.100 millones de años, apenas 1.500 millones de años después del Big Bang, ha llegado a la Tierra y ha podido ser observada en el firmamento.
Testimonio del colosal tamaño del Universo, la luminiscencia visible de este evento astronómico ha viajado durante miles millones de años a través del espacio casi infinito hasta llegar a nosotros y ser detectada por científicos de la Universidad Metodista del Sur gracias al telescopio ROTSE-IIIb instalado en el Observatorio McDonald.
Los brotes de rayos gamma son las explosiones más poderosas que tienen lugar en el Universo desde el Big Bang y pueden liberar más energía en 10 segundos de la que el Sol emitirá en todo su ciclo de vida, que se estima que superará los 10.000 millones de años.
Robert Kehoe, profesor de física y líder del equipo de astronómos que ha realizado este descubrimiento, ha explicado que una parte de los brotes de rayos gamma proceden de supernovas originadas en estrellas masivas con un tamaño 50 veces mayor al de nuestro Sol que se colapsan hasta formar agujeros negros.
La importancia del hallazgo radica no sólo en la virulencia de estos eventos, sino especialmente en lo infrecuentes que son, hasta el punto de que todavía no se ha detectado ninguno en la Vía Láctea y la comunidad científica internacional cree que se originan muy pocos por galaxia cada millón de años.
Los astrónomos confían en que el estudio de este brote de rayos gamma permita entender mejor la estructura del Universo primigenio, puesto que cuando esta estrella explosionó el espacio se encontraba en una etapa temprana de la formación de las galaxias y todavía no había elementos pesados necesarios para la formación de planetas como la Tierra.