El vehículo de exploración espacial Curiosity aterrizó en Marte el 6 de agosto de 2012 tras un viaje de casi un año por el espacio. El objetivo que la NASA había establecido para la misión era claro: estudiar la geología de este planeta, caracterizar su clima y determinar si en algún momento se reunieron las condiciones adecuadas para que albergase vida.
En los más de 700 días que han transcurrido desde entonces, Curiosity ha cumplido sobradamente con el propósito para el que fue desarrollado, ya que, entre otras cosas, ha reunido evidencias de que las características geoquímicas del cráter Gale fueron tiempo atrás apropiadas para la vida de microorganismos.
El trabajo de campo que está llevando a cabo en Marte se está cobrando, eso sí, su peaje. Y es que tras haber recorrido 7,9 kilómetros sobre su superficie, atravesando en numerosas ocasiones terrenos pedregosos, sus ruedas de aluminio están pagando las consecuencias propias de la dura travesía que está acometiendo.
La fotografía superior es una prueba inequívoca de ello. En la misma se observan los cortes y agujeros que las abundantes piedras que hay entre la arena marciana están causando en Curiosity. Pero aunque el desgaste de las ruedas es evidente, los científicos de la NASA confían en que seguirán funcionando sin mayores problemas durante varios años más.
De hecho, Jim Erickson, uno de los directores de este ambicioso proyecto, ha explicado que fueron diseñadas para recorrer 20 kilómetros y que llevándolas hasta el extremo confían en que sigan rodando unos 25 kilómetros y permitan a Curiosity explorar, entre otros, los aledaños de Aeolis Mons , una montaña de 5,5 kilómetros de altitud que se encuentra a una distancia aproximada de 8 kilómetros de su posición actual.
FOTOGRAFÍA: NASA/JPL-CALTECH/MSSS