La escena icónica de Jurassic Park en la que unos investigadores extraían sangre de un mosquito fosilizado durante millones de años en ámbar era considerada por la comunidad científica como un ejercicio de ciencia ficción propio del cine o de las novelas fantásticas pero imposible de llevar a cabo en la realidad. Hasta ahora.
Y es que, por primera vez, un equipo de investigadores liderado por el profesor Dale Greenwalt del Museo de Historia Natural de Estados Unidos ha conseguido recuperar trazas de sangre preservadas en el abdomen de un mosquito hembra que vivió hace 46 millones de años.
Pero a diferencia de los ejemplares que aparecían en la novela de Michael Crichton que Steven Spielberg llevó con éxito a la gran pantalla en 1993, el insecto analizado no ha sido descubierto en ámbar, sino en esquisto bituminoso, un tipo de roca sedimentaria detrítica que aloja en sus poros materia orgánica.
Tras tantos millones de años fosilizado, el ADN presente en la sangre del mosquito hace mucho que se degradó, pero otras moléculas presentes en su cuerpo sí han conseguido sobrevivir. En su abdomen han encontrado restos de hierro y de la molécula orgánica porfirina, ambos constituyentes de la hemoglobina, la proteína de la sangre que transporta el oxígeno desde los órganos respiratorios hasta los tejidos.
Greenwalt considera que su hallazgo respalda el postulado de la paleontóloga Mary Schweitzer de la Universidad Estatal de Raleigh, que afirma haber aislado trazas de hemoglobina procedentes de huesos de dinosaurios. Una afirmación que hasta la fecha había sido vista con mucha reticencia por buena parte de sus colegas pero que, a la vista de este nuevo hallazgo, ha cobrado una nueva dimensión.