En 1969, John Rendall y Anthony Bourke, dos australianos residentes en Londres, descubrieron estupefactos que en la sección de animales exóticos de los grandes almacenes Harrods se encontraba a la venta un cachorro de león. Preocupados por las duras condiciones de vida y el magro futuro que le esperaba al animal de seguir en ese lugar, decidieron comprarlo, llevárselo a casa y cuidarlo.
Con la ayuda de sus respectivas novias, Jennifer Mary y Unity Jones, cuidaron de Christian, que es como bautizaron al felino, durante el siguiente año hasta que su tamaño alcanzó un punto que les hizo imposible seguir manteniéndolo en la capital británica.
Llegados a este punto se pusieron en contacto con Bill Travers y Virginia McKenna, que habían alcanzado la fama poco antes gracias a la película Nacida Libre, quienes les recomendaron que acudieran al conservacionista keniano George Adamson para que les ayudara a reintroducir al león a la vida salvaje.
El lugar escogido para dejarlo en libertad fue la Reserva Nacional de Kora, pero antes de soltarlo debieron acostumbrarlo, poco a poco, a vivir sin los mimos y la protección de los que hasta entonces habían sido sus cuidadores. Para ello recurrieron a un viejo león llamado Boy y a un cachorro hembra de nombre Katiana con los que esperaban que formara el núcleo de una nueva manada.
Pero las cosas no fueron como esperaban. Un día se encontraron con que Katiana había sido devorada mientras bebía agua, probablemente por cocodrilos. La siguiente hembra que introdujeron en el grupo también pereció, en este caso a manos de leones salvajes. Mientras tanto, la edad pasó factura a Boy, que perdió la capacidad para relacionarse con otros leones y con los humanos e incluso llegó a atacar a uno de estos. Como consecuencia, Adamson se vio en la obligación de sacrificarlo para evitar males mayores.
Pese a los inconvenientes, el trabajo de reintroducción siguió su curso y un año más tarde la pequeña manada, con Christian como líder de la misma, se estableció en su propio territorio. Cuando Adamson informó a Rendall y Bourke de la buena nueva, estos decidieron viajar hasta Kenia para rendir visita a su viejo amigo.
Claro que la empresa tenía sus inconvenientes. Era 1971, habían transcurrido 12 meses desde que el león los vio por última vez y cabía la posibilidad de que éste no los reconociera y de que, incluso, pudiera llegar a atacarlos. Las advertencias que les hicieron llegar fueron inequívocas pero aún así optaron por seguir adelante con su plan.
Es más, quisieron que el momento quedara para la posteridad y contrataron a un equipo para que grabara la secuencia en que se reecontrarían con Christian. Fruto de este trabajo nació el documental The Lion at World’s End, del que he extraído un fragmento que paso a mostraros y que da fe de lo que ocurrió en ese preciso instante. Una vez dieron con el lugar en el que creían que estaba el león, esperaron a que éste apareciera y la reacción del felino fue, para sorpresa de muchos, abalanzarse sobre sus antiguos amigos y… bueno, mejor será que veáis la filmación:
En la parte final del vídeo aparecen 2 leonas salvajes más, Mona y Lisa, que pertenecían al grupo de Christian pero que al contemplar la forma de actuar del líder de su manada también se acercaron tranquilamente a Rendall y Bourke e incluso se dejaron acariciar.
Si os habéis quedado con ganas de más, aquí tenéis otro vídeo, más extenso, con el sonido original y también extraído del mismo documental: