Desde que Microsoft anunció su intención de comprar Activision Blizzard, toda la atención se ha focalizado en Call of Duty y en analizar las posibles repercusiones que podría tener para la industria de los videojuegos que una franquicia tan importante como ésta pase a estar bajo el control de la multinacional estadounidense.
Es lógico que así haya sido, puesto que Call of Duty es una de las series que más ingresos generan y, no lo olvidemos, su capacidad de influencia llega a tal punto que determina en muchas ocasiones qué consolas compran millones de personas cada año. De ahí que Sony esté tratando por todos los medios de frenar la adquisición, utilizando en ocasiones métodos poco convencionales.
La innegable importancia de Call of Duty está haciendo que pase desapercibido que Activision Blizzard posee otras filiales que administran franquicias gigantescas. El caso más significativo sea posiblemente el de King y su videojuego estrella Candy Crush Saga.
Sin ir más lejos, Todd Green, director general de Candy Crush Saga, ha confirmado esta semana que este juego ha superado ya los 3.000 millones de descargas y que, en conjunto, los títulos de King cuentan con 233 millones de jugadores activos.
Por si eso fuera poco, Green ha explicado que los beneficios generados por Candy Crush Saga crecieron de media un 20% en 2022. Unas cifras que han contribuido a que King obtenga unos ingresos netos en el último año de 2.785 millones de dólares, el mejor resultado desde su fundación hace 20 años.
Si, como parece, los reguladores de la competencia acaban dando el visto bueno a que Microsoft compre Activision Blizzard, no sólo se hará con franquicias masivas como Call of Duty, StarCraft, Diablo, Overwatch o Crash Bandicoot, sino que también ganará presencia en el campo de las apps para dispositivos móviles con Candy Crush Saga, uno de los juegos que más dinero genera, año tras año y de manera ininterrumpida, desde hace una década.